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Viñeta 6: Que no te cuenten cuentos



Maestra: Ánimo, dinos el cuento que te has inventado

Niño: ...Había una vez un gatito guapo y bueno que tenía una... mamá malísima que lo enviaba...

Niño: ...Siempre al parvulario donde había una maestra mala que...
Maestra: ¡¡Basta!!

Niño: Debe de haber entendido el truco.

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Un niño puede mostrarnos su forma de ver la realidad de un montón de maneras, sin embargo, no podemos mostrar rechazo a lo que nos diga por muy dura que sea la realidad. Lo mejor que podemos hacer es indagar para solucionarlo.

¿Por qué, si un niño piensa que su profesora es una bruja no puede expresarlo? No es cuestión de que se lo diga textualmente, pero si el niño no se siente cómodo será por algo... Lo que no podemos pretender es comportarnos mal y tener una mala actitud y que los niños nos vean como la perfección en persona.

También es muy importante ser un buen referente, pues los niños desde muy chicos toman modelos de referencia y lo habitual es que sean personas cercanas como padres, hermanos y educadores.

Por supuesto, la escuela no debe ser vista como una cárcel. Pasamos demasiado tiempo ahí como para que encima se convierta en un suplicio y, si encima le ponemos en bandeja esa actitud, el interés del niño por la educación irá decreciendo hasta ser inexistente.

Por eso, debemos saber aceptar las críticas para mejorar; porque si no nos nutrimos de ellas no sirven para nada. ¿Por qué no respetar el punto de vista de los niños, que son los que viven directamente el proceso de educación? Dejemos de contarles estos cuentos, que son más listos de lo que parecen.

María Vallejo García.

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Viñeta 5: Sólo sé que no sé nada

Niño: Sé saltar, dibujar y jugar a las cartas; sé construir cometas, criar canarios y subir a los árboles; sé hacer compras, construir hondas, nadar bastante bien y reconocer las frutas; sé hacer café, me gustan los tebeos, leer y escribir… sé…

Maestra: ¿Sabes qué es un sumando?

Niño: ¿Suma…? Yo sé cosas… ¿Sumando…? Sé hacer… Yo no sé…

Maestra: Un sumando bla bla bla es la parte de la suma que bla bla bla a otras bla bla da lugar a lo que bla bla matemáticas se llama bla bla bla bla…

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¿Alguien se acuerda de todas esos conceptos absurdos que nos teníamos que aprender cuando éramos pequeños? ¿De qué ha servido si no hemos retenido apenas nada? Supuestamente nos sabemos todos los países y capitales del mundo, la tabla periódica con sus valencias, la vida y obra de Goya, todos los huesos del cuerpo humano… Vamos, que un poco más y la wikipedia no sirve de nada.

Sin embargo, si enseñan poco sobre las materias en el colegio, menos enseñan sobre la vida y las experiencias. No se facilita información realmente útil. Si un niño se pierde en un centro comercial, ¿de qué va a servir que se sepa a la perfección los ríos de España? ¿Va a ir nadando a su casa o qué? No me malinterpretéis, es bueno tener una base de cultura general, pero no por ello se debe suprimir lo verdaderamente útil.

Otra hecho totalmente despreciable es el suspender a alumnos que, por ejemplo, no saben el año en que Mozart viajó a París pero que están en un conservatorio. O a aquellos que no saben hacer el pino puente pero realizan deporte de manera profesional. ¿En serio se puede considerar lógico y coherente?

Este es un país de locos. Todas las viñetas que estamos analizando son una dura crítica a la escuela y al sistema empleado en esta. ¿No nos da que pensar? Me refiero a que tenemos dos opciones:
1. Seguir igual.
2. Cambiar el sistema para que sea realmente útil.

Pero eso es algo que está en la mano de cada uno, por lo que debemos ser conscientes del importante papel que vamos a desempeñar. ¿Lo tomas o lo dejas?

María Vallejo García.

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Viñeta 4: Nacemos originales, morimos copias


- Material Didáctico
- Escuela obligatoria
   - Carrera - Bienestar - Cultura - Dignidad - Poder: ¡Sed buenos ciudadanos! La sociedad os espera.
   - Desechos: Clases diferenciadas y especiales - Retrasos - Trabajo de Menores - Drogas - Bar - Ignorancia
- Prohibida la entrada al personal ajeno: Padres - Periódicos - Trabajo - Política - Sexo - Cultura popular

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Quizás esta sea una dura representación de la escuela, o puede que esta sea la cara que tiene cuando no lleva maquillaje. Nos debemos plantear la educación como un proceso selectivo que diferencia a quien sirve de quien no, pues eso sólo crea efectos negativos.

Hoy en día, una persona sin estudios no es nadie. Es difícil incluso que una persona con estudios lo sea. ¿Es algo que nos guste? No lo creo, pero se ha convertido en una práctica muy extendida en la sociedad. Si alguien deja el colegio lleva escrita en la frente la palabra “fracaso”; de hecho, si alguien no saca suficiente buena nota tampoco llegará muy lejos.

¿No se supone que la escuela no discrimina? Allí es donde las diferencias no deberían existir, pero es donde se hacen más evidentes. ¿Quién va a querer un niño con problemas? Es más fácil culparlo a él por tenerlos que culparnos a nosotros por no intentar ayudarlo.

Se debería enseñar de otra manera, pues cada niño es un mundo y no podemos pretender cortarlos a todos por el mismo patrón. Así sólo conseguimos que las cualidades de los niños se vayan a la basura, pues no se saben potenciar. Que un profesor  tenga una clase en la que los niños no dejan de hacer fichas no quiere decir que esté utilizando un buen sistema, sino que todo lo que se hacen son procesos mecánicos sin significado.

Tal vez por esto hay más alumnos que dejan la escuela, porque la ven como un proceso mecánico en el que la creatividad y el libre pensamiento se castiga con las etiquetas.

María Vallejo García.

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Viñeta 3: Romper ataduras


¿Manejamos nuestra vida o nos vemos coaccionados por los demás a realizar las acciones? No deberíamos creernos más de lo que somos; no deberíamos pensar que no situamos en la cima del mundo, del universo. ¿Por qué? Porque aunque siempre hay alguien que es menos, también hay alguien que es más.

Hoy en día, parece que la sociedad en general carece de una personalidad propia que mostrar a los demás. Somos como quieren que seamos, no nos revelamos contra normas en las que no creemos, y ni siquiera somos capaces de realizar genialidades porque a los ojos de los demás son una locura. Son esos hilos invisibles los que nos manejan. Los que hacen que sin que nos demos cuenta no hagamos lo que realmente queremos.

Traslademos esto al ámbito educativo. Un alumno está dominado por el profesor, que a su vez está controlado por el jefe de departamento, que a su vez sigue las órdenes del director... y así sucesivamente. Es como ese truco de magia en el que no cesan de salir pañuelos de colores, tirar de la cuerda eternamente hasta ver quién está por encima de quién. ¿Y cuando somos dueños de nuestra vida? Mejor: ¿Cuándo se enseñará algo útil de verdad, que no esté manipulado, como aprender a vivir?

Me han enseñado miles de cosas inútiles, pero aún no sé cómo hacer cosas realmente necesarias para la vida cotidiana. No enseñan a presentarse en una entrevista, ni a hacer un buen currículum... sin embargo, en un examen te pueden preguntar el año en el que Van Gogh perdió la oreja sin ningún remordimiento.

No obstante, no debemos achacarle la culpa al profesor, porque es una marioneta más como nosotros. ¿Quién sabe si en el fondo también está abochornado por el retraso de la escuela y tiene buenas ideas para dar clase que no se pueden (porque otros no quieren) realizar?

Sin embargo, recordemos que si somos conscientes de todo esto, podemos ser capaces de romper las ataduras, de defender con razones consistentes nuestras creencias. No es un simple capricho, podemos hacer que se deje de ver la escuela como una estructura jerarquizada en la que ni se dice ni se deja decir lo que realmente se piensa. El siguiente paso es un futuro mejor.

María Vallejo García.

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Viñeta 2: Aprender a enseñar


Niño: Yo creo que se podría aprender sin odiar lo que estudiamos.

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Creo que todos somos la prueba viviente de que los contenidos que nos meten en la cabeza a base de fuerza se nos olvidan. Esto se debe a dos motivos:
1. “Aprendemos” a base de memorismo: Memorizamos todos los contenidos que entran en un examen y, tras vomitarlos en éste, le damos al botón de “reset” y nos olvidamos de todo.
2. Los contenidos no nos parecen atractivos: Ya sea porque los profesores no saben transmitir el interés que les provocan, o bien porque ni siquiera ellos están interesados en lo que quieren enseñar.

Tal vez la mejor solución sea subsanar el segundo problema, para así cambiar a su vez el primero. Esto no es más que una acción que debe realizar el maestro según el problema que detecte. No podemos enseñar un contenido si no sabemos transmitirlo correctamente, y para esto debemos saber conectar con los alumnos. Debemos tener en cuenta la edad de los niños, sus intereses… aparte de conocer técnicas que hagan las clases más amenas.

La mayoría de la gente recuerda aquello que descubrió por sí mismo o lo que aprendió de manera diferente… ¿no nos da ninguna pista de cómo educar? Seguimos empeñados en tener a los niños sentados en silencio mientras la maestra les da todo hecho, todo impuesto. Estamos en el “educare” de Montaigne, llenando cabezas, pero ni se nos ha pasado por la nuestra que los niños también deben participar en su propio aprendizaje. Da igual que se equivoquen una o mil veces, cuando lleguen a la solución correcta la recordarán durante bastante más tiempo que si se la damos y les pedimos que la memoricen.

Aunque lo que es verdaderamente reprochable es que alguien enseñe algo que detesta y pretenda que por ciencia infusa a sus alumnos les guste su asignatura. Menuda hipocresía ¿Cómo pretender que los niños se diviertan aprendiendo si no nos divertimos enseñando? El desinterés es demasiado fácil de transmitir; basta una simple pose, un tono de voz monótono y carecer de expresión facial y… ¡voilà! Ya tienes un grupo que detesta tu asignatura simplemente porque tú lo haces también y no ni siquiera intentas evitarlo. Lo peor no es que la odien mientras tú la impartes, sino que deja una marca que les provocará rechazo hacia la materia en el futuro, a menos que otro/a maestro/a les cambie la forma de ver la materia.

Esta vez, la viñeta transmite un sueño lejano, una utopía. Odiar el colegio es algo que viene de hace tanto tiempo que parece lo normal. La frase es apenas un desafío murmurado que pide a gritos que se cambie el método de enseñanza. Es cierto, se puede aprender sin odiar lo que se estudia; sólo es cuestión de que lo recordemos y que cuando nos llegue la hora de estar frente a una clase no cometamos los errores que se llevan cometiendo tantos años. Mientras tanto, aprendamos a enseñar.

María Vallejo García.

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Viñeta 1: Presentaciones




Maestra: ¡Bienvenido! Ahora nos presentaremos y así nos conoceremos mejor. ¿Tú quien eres? 
Niño: Me llamo Juan García. Soy hijo único. Mi padre se llama José y es peluquero. Mi madre se llama Luisa y está en casa. Nací normalmente y he tenido el sarampión. He estado un año en la guardería y me lo pasé bien, pero no me gustaba el arroz blanco. Veo la televisión y juego con mis coches. A veces me hago pipi en la cama. Cuando sea mayor quiero ser astronauta…
Maestra: Bien, yo soy tu maestra.

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Como es lógico, cuando vamos a pasar cierto periodo de tiempo conviviendo con una persona, lo primero es presentarse. Esta es la base sobre la que se asienta la relación que posteriormente desarrollaremos con esa persona o grupo.
¿Qué supone presentarse? ¿Puede una persona conocer a otra con sólo escuchar lo que le gusta? Evidentemente no, pero es un inicio. Es información privilegiada que te puede hacer conectar con esa persona, saber cómo captar su atención, encontrar lo que tengáis en común…

Es inconcebible que en Educación Infantil omitamos la importancia de este pequeño primer paso; aún más si cabe que lo realicemos como si fuese una obligación. ¿De qué sirve tener a un niño hablando sobre sí mismo si ni siquiera le prestamos atención? ¿Por mera formalidad? Si no vamos a ser capaces de escuchar e interesarnos por nuestros futuros alumnos ¿para qué nos queremos dedicar a ser maestras/os? 

En la viñeta la maestra ni siquiera dice su nombre; es tajante, aunque muestre una sonrisa en la boca. ¿Creemos que a los niños no puede interesarles conocer nuestro color favorito y descubrir que es el mismo que el suyo? Aunque es necesario establecer una cierta distancia entre maestra/o y alumnos, eso no significa que no nos impliquemos un poco. No podemos situarnos en un nivel superior en el que estemos distantes porque, sobre todo en esta edad, los niños necesitan atención, alguien que les escuche.

Podemos detectar incluso cierta hipocresía, recordemos: “¡Bienvenido! Ahora nos presentaremos y así nos conoceremos mejor. ¿Tú quien eres?”. Después de todo lo que dice el niño, seguro que se quedó con cara de asombro al escuchar “Bien, yo soy tu maestra”. Pensaría “¿y yo ya la conozco?”. No puedes mentir deliberadamente a un niño y decirle que os vais a conocer mejor si lo único que dices es que eres su maestra. Por esa regla conocemos perfectamente a los dependientes de las tiendas, los oficinistas, los camareros…, porque sabemos  a qué se dedican.

Es cierto que a los niños les gusta hablar de sí mismos, pero no sirve de nada si nadie escucha esas grandes verdades que tienen que decir. Además, eso no supone que no quieran también conocernos un poco, simplemente necesitamos usar la información que nos dieron cuando se presentaron y ser hábiles para llegar hasta ellos. De este modo, la presentación sí sirve de algo. De este modo, de verdad nos conocemos mejor.

María  Vallejo García.


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