Viñeta 1: Presentaciones




Maestra: ¡Bienvenido! Ahora nos presentaremos y así nos conoceremos mejor. ¿Tú quien eres? 
Niño: Me llamo Juan García. Soy hijo único. Mi padre se llama José y es peluquero. Mi madre se llama Luisa y está en casa. Nací normalmente y he tenido el sarampión. He estado un año en la guardería y me lo pasé bien, pero no me gustaba el arroz blanco. Veo la televisión y juego con mis coches. A veces me hago pipi en la cama. Cuando sea mayor quiero ser astronauta…
Maestra: Bien, yo soy tu maestra.

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Como es lógico, cuando vamos a pasar cierto periodo de tiempo conviviendo con una persona, lo primero es presentarse. Esta es la base sobre la que se asienta la relación que posteriormente desarrollaremos con esa persona o grupo.
¿Qué supone presentarse? ¿Puede una persona conocer a otra con sólo escuchar lo que le gusta? Evidentemente no, pero es un inicio. Es información privilegiada que te puede hacer conectar con esa persona, saber cómo captar su atención, encontrar lo que tengáis en común…

Es inconcebible que en Educación Infantil omitamos la importancia de este pequeño primer paso; aún más si cabe que lo realicemos como si fuese una obligación. ¿De qué sirve tener a un niño hablando sobre sí mismo si ni siquiera le prestamos atención? ¿Por mera formalidad? Si no vamos a ser capaces de escuchar e interesarnos por nuestros futuros alumnos ¿para qué nos queremos dedicar a ser maestras/os? 

En la viñeta la maestra ni siquiera dice su nombre; es tajante, aunque muestre una sonrisa en la boca. ¿Creemos que a los niños no puede interesarles conocer nuestro color favorito y descubrir que es el mismo que el suyo? Aunque es necesario establecer una cierta distancia entre maestra/o y alumnos, eso no significa que no nos impliquemos un poco. No podemos situarnos en un nivel superior en el que estemos distantes porque, sobre todo en esta edad, los niños necesitan atención, alguien que les escuche.

Podemos detectar incluso cierta hipocresía, recordemos: “¡Bienvenido! Ahora nos presentaremos y así nos conoceremos mejor. ¿Tú quien eres?”. Después de todo lo que dice el niño, seguro que se quedó con cara de asombro al escuchar “Bien, yo soy tu maestra”. Pensaría “¿y yo ya la conozco?”. No puedes mentir deliberadamente a un niño y decirle que os vais a conocer mejor si lo único que dices es que eres su maestra. Por esa regla conocemos perfectamente a los dependientes de las tiendas, los oficinistas, los camareros…, porque sabemos  a qué se dedican.

Es cierto que a los niños les gusta hablar de sí mismos, pero no sirve de nada si nadie escucha esas grandes verdades que tienen que decir. Además, eso no supone que no quieran también conocernos un poco, simplemente necesitamos usar la información que nos dieron cuando se presentaron y ser hábiles para llegar hasta ellos. De este modo, la presentación sí sirve de algo. De este modo, de verdad nos conocemos mejor.

María  Vallejo García.


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